miércoles, 30 de septiembre de 2009

martes, 29 de septiembre de 2009

lunes, 28 de septiembre de 2009

De vacaciones

-´¿Y si pruebas con una pastillita?

Vértigo


-¿Quién dijo que las ovejas saltamos vallas?

jueves, 24 de septiembre de 2009

sábado, 19 de septiembre de 2009

Carta de Ignacio Guarderas a Fenosa

A la Atención de UNIÓN PENOSA. Departamento de RECLAMACIONES. Día 16 de Septiembre de 2009.

Soy Ignacio Guarderas Merlo, DNI XXXXXXXX-B, de la Calle Menganito nº 17 1º B. Mi número de identificación del suministro es XXXXXXXXX.8.

Me pongo en contacto con ustedes con respecto a los hechos acaecidos a partir del pasado jueves 10 de Septiembre de 2009. Dicha mañana me encontraba delante del ordenador conjurando a las musas, cuando de repente la luz brilló por su ausencia. Después de una serie de indagaciones concluí con la certeza de que me habían cortado la luz. Esa misma mañana me era imposible desplazarme hasta la oficina de pagos: Calle Ezequiel Solana 33, así que lo pospuse hasta el día siguiente.

11 de Septiembre de 2009. Me dirigí hacia la citada oficina. Tras una hora de cola, al fin pude abonar lo adeudado: el recibo era de 11,44 € y además 20,03 € en concepto de "derecho de reposición". Quien me atendió me aseguró que el suministro se establecería a lo largo de la tarde y en cualquier caso en un periodo no superior a 24 horas. Me fui maldiciéndome por mi mala cabeza y con la reflexión de que a los pobres todo nos salía más caro. 

Dejé pasar esas 24 horas. El sábado 12 de Septiembre de 2009 aún no se había repuesto la luz. Llamé al teléfono de atención al cliente 24 horas 901404040. La teleoperadora me dijo que todo estaba en orden y que no me preocupara que ya el próximo lunes me repondrían el suministro. ¿Es que el sábado y el domingo no son días? ¿No hacen el mismo efecto en un pollo descongelándose que un martes o un miércoles?

El domingo, día del señor, 13 de septiembre de 2009. Fué un día aciago. Ya había pagado tanto el recibo como el "derecho de reposición "(20,03 €) hacía más de 48 horas. Resignado no me duché porque el termo no funcionaba, ni pude cocinar la comida descongelada porque la vitro-cerámica requería de la eléctrica. Sin embargo hice algo positivo: compré velas y limpié la nevera.

Por fin Lunes 14 de Septiembre de 2009. Comencé el día con la ilusión de ver con mis propios ojos la ansiada reposición. Derecho que ya había pagado tres días antes, con los consabidos 20,03 €. Me fui a trabajar a las cuatro de la tarde sin que aún hubiera vuelto la luz. Al llegar al trabajo llamé, una vez más, a atención al cliente 24 horas 901404040. La teleoperadora, me dijo que no había ningún problema y que a lo largo de la tarde se repondría el suministro.

Esa misma noche llegué a mi casa, con la firme convicción de que al hacer el acto reflejo de dar al interruptor, el pequeño milagro de la luz se me mostraría y cegaría. ¡¡No vi nada!! Mi desesperación, impotencia, irritación y duda eran enormes. Llegué a pensar que había un problema técnico que ni B. Franklin o Edisson eran capaz de resolver. Pensaba que me tomaban el pelo. Me costaba creer que por un recibo de 11,44 € los resultados fuesen tan catastróficos. A todas luces me parecía un castigo desproporcionado. Bajé a la cabina y llamé a atención al cliente 24 horas 901404040. La operadora que me atendió, me aseguró que a la mañana siguiente obtendría la tan deseada reposición del suministro eléctrico que hacía ya casi cuatro días que aboné con la cantidad de 20,03 €.

Martes 15 de Septiembre de 2009 10:30 de la mañana. Estaba en mi cama regalándole minutos al sueño. Sentí de improviso como los aparatos eléctricos tomaban vida. Un sonido apenas perceptible inudaba toda la casa. La luz después de días de marcha había vuelto. Encendí todas las luces. Puse el tocadisco después de años sin uso. La tele.... "¡Gracias señor, la casa está encendida!" Después de 96 horas.

En definitiva, me dirijo al departamento de reclamaciones para quejarme enérgicamente de la manera que se ma ha tratado. Un hogar no puede estar, según mi punto de vista, más de 24 horas sin suministro eléctrico. Sobre todo tras haber pagado el "derecho de reposición " de 20,03 €. Ya que la luz en una casa no es, en modo alguno, un capricho. Es el agua caliente, es la cocina, es la comida, etc. Tenía el congelador lleno de viandas para poder afrontar este duro mes de septiembre.

Y como no puedo cambiar de compañía a, por ejemplo, Ipertrola o Endesa, sugiero una satisfacción y respuesta acorde a tantos problemas. Yo fui despistado y tuve que pagar el "derecho de reposición" de 20,03 € ¿y ustedes?

Atentamente Ignacio Guarderas.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Discurso de un Jarquín

A veces (y no se puede decir que en contadas ocasiones para nuestra desgracia) la vida se presenta difícil, intranquila, dura como la piedra del mechero, mojada como el paquete de tabaco que se me olvidó sacar de la chaqueta antes de meterla a la lavadora, tímida tirando a etérea, imposible de retener entre las manos como el humo de mi cigarrillo y enredada como estos pelos que he terminado por dejar crecer en pleno verano. Me consuelo al pensar que también (y eso es siempre) se presenta corta y nerviosa como mis piernas. Entonces es cuando la quieres más (a ella, a la vida) y no importa que sea miope o ande coja de un pie después de un tango, sorda en las conversaciones a larga distancia, muda cuando a el radio se le han acabado las pilas. No importa que huela mal, que comparta una canción imposible de escuchar. No importa que nos cuente del dolor de piernas por la tarde y de los pronósticos de jaquecas para mañana acompañadas de leves estreñimientos y un malestar agudo en la garganta al beber cerveza. No importa que sea corta como mis piernas, ciega como mi vista después de ocho horas frente al ordenador, no importa que se vuelva muda al mismo tiempo que yo cuando me da por pensarte, no importa que se sepa tres pasos de baile, no importa que tenga dudosos gustos musicales (en eso también soy culpable) no importa que no tenga ni un duro para recorrer mundo. Qué le voy a ser si soy un romántico y de ella me fio, qué le voy a ser si una y otra vez me consuela diciendo que las vidas son cortas y que algún día la distancia que hay entre vos y yo se quedará pequeña, minúscula, imposible de percibir a simple vista. Qué puedo hacer si la vida se me presenta con su vestido de domingo intentándome contagiar de su optimismo. Nada. No digo nada. Cuando mucho afirmo con la cabeza y pongo cara de que me creo todo y que estoy feliz esperando ese acortamiento de distancia, pero en cuanto se va la vida a consolar a otro vuelve esa angustia, será la consciencia del ser, esta tercer cerveza o simplemente el pavor que me da al saber que la vida seguirá acortándose y habrá menos cafés, menos quererte, menos extrañarte, menos dobles de cerveza, menos deseos, menos cielo, menos Madrid…